lunes, 12 de noviembre de 2012

Live, or let life.

Y hay estas. Cerca, si, pero a la vez demasiado lejos, inalcanzable. Te miro, me miras, apartas la mirada, y en cuanto yo la quito, vuelvo a sentirte, a sentir que me miras. Parece como si quisieras, y no pudieses. Y no lo entiendo. No me cuadra. ¿Porqué no puedes? Tanto cuesta un "lo siento", un "me arrepiento", un "no debería haberlo echo". Sólo hace falta uno de esos, y me vuelves a tener ahí, exactamente igual que antes, como si no hubiera pasado nada. Como si nunca hubiese acabado. Pero claro, no. No puede ser. El puto orgullo. Pues mira, chico, aquí, o todo o nada, no existen medios platos, ni escala de grises. O vives, o dejas vivir, no hay otra. Tú elijes. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas cosas valiosas se perdieron por mantener la necedad del orgullo. Ese absurdo quererse más a uno mismo incluso cuando se ha perdido la razón...la puerta sigue abierta, espero que si se cierra sea porque ha decidido quedarse dentro, contigo :) Solo un tonto se quedaría al otro lado. Un abrazo inmenso cosa bonita!!!

Lia Black dijo...

Orgullo + Orgullo = Nunca se volvieron a hablar. A veces cuando no dejamos el orgullo perdemos muchas cosas, preciso te shttp://flashbacks13.blogspot.com.es/igo :)