domingo, 16 de febrero de 2014

Vuelve con el sol...

Ella solía desaparecer. Era como la suave brisa que sopla al anochecer algunas tarde noches de verano. Parecía encajar en todas partes, y a la vez no hacerlo en ninguna. Iba, venía, era libre. Solía aparecer con la caída del sol, me buscaba. Y yo acudía a ella, a su llamada. Siempre lo mismo. Jamás me atreví a preguntarle donde se escondía, a donde iba cuando me dejaba abandonado entre las sábanas. En esos momentos yo me despertaba, como si de una pesadilla se tratase. Algunos días incluso alcanzaba a ver el extremo de un pie descalzo saliendo de la habitación. Cada día que aquello ocurría, en mitad de la noche, me descubría a mi mismo tratando de encontrar el valor para preguntarle porqué se iba, porqué nunca se quedaba, o simplemente para advertirla de que fuera hacía frío, de que se quedara un rato mas a mi lado. Pero nunca lo hice. Supongo que, en el fondo, siempre supe donde estaba la linea que nos separaba, y que yo no podía cruzarla. Ella era libre, no quería atarse. Y yo, que lo único que quería era que se atase a mi lado, nunca tuve ninguna posibilidad. Todas las noches soñaba con amanecer a su lado, descubrir que por una vez, ella no me había abandonado. Nunca tuve esa suerte. Hasta que un día, dejó de aparecer. Y con ella la brisa que todas las noches me acompañaba cuando salía a buscarla. Puede que se la llevase el viento, o que al viento se la llevase ella. O que fueran una misma cosa. Personalmente, me inclino por decir que era viento; acariciarla, siempre fue como intentar tocar la brisa, la sentías, pero a la vez notabas que poco a poco se te escapaba de las manos. Y, al final, se me terminó escapando.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, otras mujeres, otros cuerpos, otras caras.Ninguna tan bonita como la tuya, claro está. He llegado a pensar que fuiste tan solo en sueño producido en una mala racha, pero siempre fuiste demasiado real. Y, quiero que sepas una última cosa. Por mucho tiempo que haya pasado, y por muchas mujeres que hayan pasado, sigo levantándome cada mañana pensando que estarás a mi lado, que el cuerpo que siento abrazado a mi es el tuyo. Y todas las mañanas son una desilusión.
Me gustaría que leyeras esto, si es que existes de verdad. Que, por una extraña casualidad del tiempo, me extrañases. Y, bueno, que yo sigo esperando que algún día vuelvas con el sol. Para quedarte.

No hay comentarios: