sábado, 23 de mayo de 2015

Cada vez que las manillas del reloj se paraban, ella recordaba lo sola que estaba. Y trataba de consolarse. 
Todo el mundo está solo dentro de si mismo, todos vinimos solos y nos iremos solos. Pensaba.
Pero eso no le servía. En el fondo le seguía echando de menos. Pese a lo mal que había acabado todo, lo seguía queriendo a su lado. Necesitaba no sentirse sola, necesitaba a alguien con quien compartir esa casa tan vacía que siempre había tenido el sitio idóneo para dos. 
Necesitaba a alguien que arreglara ese maldito reloj para que ella dejara de sentirse sola.

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