Al fin y al cabo, la vida siempre da vueltas de campana. La arena de la que estamos formados se deforma a cada golpe, se cambia, de direccion, sentido, orientación. Y cada cambio, nos va conformando. Siempre somos de la misma materia, pero estamos hechos de restos de heridas. O, mas bien, los restos de heridas nos crean a nosotros.
Por mucho que cambiemos, la esencia, permanece, se recrea, vuelve a resurgir entre sus cenizas, siempre presente.
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