Pero, no puedo controlarlo. La vida siempre ha girado demasiado rápido. Y esta vez he conseguido unirme a su giro, sin darme cuenta de que la mente no podía llegar a las mismas revoluciones que mi cuerpo.
Todo esto, acaba pesando. Tanto, que en alguno momento me saldré de la órbita y caeré, sola, abandonada por un torbellino de emociones que un día pudieron conmigo.
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