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Sube la música. Así, un poco más fuerte. Y más, y más. Hasta que parezca que te van a reventar los tímpanos. Siempre dicen que un dolor hace que te olvides de otro anterior. Y ella quería olvidar todo aquello que la amenazaba. Además, esa música no la obligaba a pensar. Por eso le gustaba tanto. Con esa música, podía aislarse del mundo, olvidar, por un tiempo, todo aquello que ocurría en el exterior. Pero llega un momento en el que te acostumbras, en el que el volumen ya no sube más alto, y toca volver a la realidad. la realidad no le gusta a nadie. Pero ella ya está curada de espantos. Las mariposas, esas ya se las llevó todas otro. El corazón, poco a poco, se crea un muro. Ella prefiere llamarlo alergia. Alergia a los hombres. O a los sentimientos. No lo sabe. Solo que ninguno es como ella pensaba, ni los sentimientos, ni los hombres. cada día, vive un poco mas desencantada, va perdiendo el brillo de sus ojos, ese que parece gustarle a todo el mundo. Poco a poco deja de ser ella, va olvidando como se sentía cuando las mariposas invadían tu cabeza, tu estómago, tu cuerpo. Cuando estaba tan embotada de sentimiento que el resto no importaba, por muchas putadas que pasaran. Eso ya no volverá. Su corazón se ha cansado de remendarse, ha dejado de ser un jodido masoquista con esperanzas de futuro. Se curó por última vez, y se escondió. Allí, al fondo. Donde nadie era capaz de encontrarlo por mucho que lo buscasen. Ni siquiera ella. Y perdió su luz. Se volvió como el resto. Por primera vez podía esconderse en una multitud sin destacar. Tan solo una cara mas con aquel gesto huraño tan característico de aquellos a los que la vida a destrozado. Perdió su inocencia de niña. Y eso nunca se lo perdonará.
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