Llegué al sitio acordado, aquel tercer arco del puente viejo que tantos y tantos buenos recuerdos me traía. Era un sitio bonito ahora que el agua había sido desviada, y el puente arreglado para, simplemente, adornar la vista. El arco bajo el que me encontraba, el cual yo recordaba como oscuro y húmedo -aun así, me traía unos recuerdos difíciles de olvidar- era ahora otro totalmente distinto. No me atrevería a decir que había dejado de ser húmedo, o de que estaba lo suficientemente iluminado, pero si que se apreciaba un cambio. Las piedras, antes de un tono claro pero ennegrecido por la contaminación, habían vuelto a su tono claro original, propio de un puente mucho mas nuevo que aquel, que tantas y tantas historias tenía que contar. Estaba yo en estas cavilaciones, cuando apareció mi cita de aquella noche. Esa persona que me había obligado a permanecer tantos y tantos días en casa.
-Vaya, pensé que no te atreverías a salir de casa después de aquello... Bueno, supongo que me equivocaba, que eres mas fuerte mentalmente de lo que yo pensaba. Una lástima que te equivocases....
1 comentario:
Un relato precioso, estoy deseando seguir leyendo :3
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