Cuando ya has pasado por tantas cosas malas, una más no importa. Es como un grano de arena en una montaña, insignificante. Es indiferente. Es en ese preciso instante cuando nos sale esa sonrisa. Esa sonrisa amarga, de rencor, de rencor con el mundo, por vivir al margen de tu dolor o, simplemente, por ser feliz. Esa sonrisa torcida, fea, esa sonrisa que sacamos cuando intentamos contener las lágrimas recordando, pero nos salen más fuertes. Entonces es cuando levitas sobre el dolor. Porque ya nada importa. Te has puesto una inyección, una de esas que te hacen desconectar de tu mente y de tu cuerpo, si, una anestesia. Y ahora estás por encima de todo eso, simplemente levitando.
4 comentarios:
Me gustan mucho tus pensamientos. Si no se sabe enfrentar al dolor nunca se encontrará el sentido de la vida.
Un beso
Muy bello tu blog, un espacio de pensamientos muy profundos, muy del alma propia... Besos
me gusta mucho es precioso:)te sigo si? un besito:D
Muchas gracias, me alegro de que os guste :)
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