Tantos juguetes en el mundo, y a las personas les da por jugar con los sentimientos...

Y a ti también te gusto, y mucho, el juguete que era mi corazón. Tanto, que te lo quedaste, pero tan sólo hasta que te cansaste de él. Entonces me lo devolviste, roto, ajado, tal y como un juguete viejo, aburrido, de esos que todos tenemos cubiertos de telarañas y polvo en el fondo de un cajón. Y fue a mí a la que me tocó reconstruirlo, desde cero, poco a poco, con mucho dolor, pero haciéndolo mejor, más fuerte y, sobretodo, con una gran muralla que lo protege de ti, y de tus sentimientos.